Después de la lluvia
El día era gris, como su vida. Aquellos momentos pasados de felicidad, parecían nunca haber ocurrido o eran un vago recuerdo, como un sueño o una fantasía que quizá tuvo. El paso lento, las leves sombras que se dibujan y acompañan la intermitente llovizna y el constante viento, el tiempo y los días. La continuación de baldosas que componen una vereda, marcaban su camino. Intentaba, inútilmente, cubrir sus ojos con su cabeza, bajándola levemente. Estaba condenado a mirar el suelo de manera forzada, aunque no diferenciaba nada del monótono objeto. Lo triste contagia el entorno cuando los deseos son inalcanzables y lo único que se tiene es un rotundo y permanente, casi infinito, no. Otra cosa, más allá de aquello que queremos decir en los momentos inapropiados, es la declaración. El medio no importa, el mensaje lo es todo. De ambos lados. Una que otra piedrita se atravesaba en su camino y eran desplazadas por un puntapié, no muy fuerte. Poca era la gente con la que se cruzo y aún