El secreto de Roma
En el alba vi la luz y comprendí que al despertar todavía masticaba un nombre de mis sueños. Intenté articularlo, pero casi enseguida algo dentro me frenó y casi me prohibió decirlo. Con el sabor a miel todavía en los labios entendí que las letras no representaban a una persona, sino a una idea. Será tal vez un talismán que me acompañe en las oscuras noches o en los días sin sol. Una invocación secreta de poder, mi poder, como el nombre de un dios o el elegido por Rómulo y Remo.