Entradas

Mostrando entradas de enero, 2014

La caída de las estrellas

La muerte está golpeando con estruendo las puertas, en breve habrá caído Constantinopla. O Roma, o las ciudades del Griego, o Persépolis, da igual. No importan nuestros nombres, nuestras historias, nuestros logros, nuestras derrotas, porque nada de ello trascenderá en la memoria ni burlará la Muerte. Nosotros, que al mirar al cielo vimos que lo que estaba arriba era igual a lo que estaba abajo y entendimos que Hermes tenía razón y que estaba profundamente equivocado. La última cabeza de la hidra, que se deja cortar en soledad por la espada de Hércules. Caemos hoy como el que no se equivoca y elige bien, pero que al elegir selló su destino final. Caemos como el egoísta que piensa que al ganar todas las batallas gana la guerra, pero al escuchar los pasos del asesino por la noche sabe en su interior que ya perdió la guerra antes de comenzar. Mañana ya no habrá nadie que nos haya conocido, as

Elegir destinos

Para Natalia Otra vez la bifurcación al final del túnel, que puede llevar al paraíso o al infierno, o peor, a otra bifurcación. Podría quedarme toda la vida pensando qué camino tomar, sin correr riesgos. Conformarme para siempre recordando cada uno de los logros que obtuve al saltar o esquivar los obstáculos. Mirar atrás, saber que llegué hasta donde pude y que nadie me va a culpar si me quedo aquí por siempre. Nadie, claro está, exceptuándome. En mi mente aparecen ciertas imágenes, la idea de una rosa, el rostro de Irene, ese libro que me gusta, una puerta solida y desde hace tiempo cerrada. Elijo, cierro los ojos, camino. Los abro y frente a mí está mi victoria sobre el destino, me espera el paraíso. Será por siempre una duda lo que está del otro lado, pero el triunfo me consuela.

Entre los árboles

Sentí la fragancia de las rosas en el parque y presentí tu presencia distante. Pero no te encontré escondida entre los árboles o jugando en alguna hamaca. No estabas junto al río tirando piedras esperando lograr que reboten más de una vez en la superficie. Ni recostada sobre el césped, deseando alguna reflexión que no saldría de mi boca. El puente demostraba tu ausencia, en esa   baranda donde solías contemplar el paso del agua y del tiempo que a veces son lo mismo. Es cierto, no compartimos el momento, pero dejaste tanto de vos en tantos lugares distintos que tal vez te adiviné entre los árboles.