La caída de las estrellas
La muerte está golpeando con estruendo las puertas, en breve habrá caído Constantinopla. O Roma, o las ciudades del Griego, o Persépolis, da igual. No importan nuestros nombres, nuestras historias, nuestros logros, nuestras derrotas, porque nada de ello trascenderá en la memoria ni burlará la Muerte. Nosotros, que al mirar al cielo vimos que lo que estaba arriba era igual a lo que estaba abajo y entendimos que Hermes tenía razón y que estaba profundamente equivocado. La última cabeza de la hidra, que se deja cortar en soledad por la espada de Hércules. Caemos hoy como el que no se equivoca y elige bien, pero que al elegir selló su destino final. Caemos como el egoísta que piensa que al ganar todas las batallas gana la guerra, pero al escuchar los pasos del asesino por la noche sabe en su interior que ya perdió la guerra antes de comenzar. Mañana ya no habrá nadie que nos haya conocido, as