Frente al mar
Yace en un colchón de arena, sintiendo con desdén las caricias del mar y el sol. Entre sus dedos discurre un tiempo sin forma, porque se sospecha inmortal. Sin corona es reina de todos los que la rodean, pero su reinado ya no la conforma. Marina mira el horizonte y no se sorprende de su inmensidad, está ocupada en una serie de pensamientos. Se pierde en sueños de mundos que no existen o que tal vez solo sospecha. Piensa en un par de objetos que marcaron nuestra historia, Piensa en las murallas de Constantinopla. Se pregunta por el peso de una rosa en diferentes lugares del planeta o del universo. Susurra el nombre de una espada, cada tanto, como un talismán ante los temores. Marina se sabe pensada y ella también piensa. Pero se le escapa el nombre del poeta que se transforma en otro anónimo.