En el derrumbe
Se desmoronaba el suelo bajo mis pies sin aviso alguno y el sol, siempre distraído, brillaba sin enterarse. La caída inminente parecía no tener final, aunque una parte de mí la consideraba merecida. "Vivir por la espada te lleva a morir por la espada", me susurré como un talismán. También recordé la belleza de lo que se pierde o de lo que se va, en una infructuoso intento de consolarme. El frío comenzó a cortar mi piel, la humedad en mis mejillas se helaron como cierto corazón que en algún momento fue mío. Veo el final del camino y la culminación de la caída, en breve me despertaré.