Sin catapultas o arietes
Ella jugaba con mi curiosidad mientras pintaba su retrato sobre un lienzo de cristal. Le gustaba montar una empalizada para ver qué arma de asedio usaría contra ella. Pero yo estaba perdido en ese dilema que siempre me planteaban sus ojos grises. El no saber si mis sentimientos eran una premonición o un recuerdo. Del otro lado de la ventana una hoja se liberaba de su rama madre y se dejaba llevar por el viento.