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Mostrando entradas de agosto, 2016

Certezas

Sé que el Sol saldrá mañana, pese a no verlo. Sé que en la primavera más de uno bailará por el polen y las abejas. Sé cuándo será el próximo eclipse y dónde verlo. Sé que la vida tiene momentos felices, mas no épocas felices. Sé que todos los que me rodean me abandonarán tarde o temprano. Sé que ya no puedo seguir en zugzwang. Tengo muchas certezas, estoy lleno de ellas. Pero pese a todo, no estoy seguro de saber qué decir si ella entra por esa puerta.

Para la espada, el verso

Uno de sus dedos en mi espalda me despertó de la contemplación absorta del ventanal, la mirada al horizonte. Decidida, aunque casi susurrando, habló de capitular, de los finales, de esas historias que se terminan. Yo tenía los brazos cruzados y la miré casi sin curiosidad, como un stretegos que sabe el resultado de la batalla. En retrospectiva, mi interés se centró en aquellos detalles que luego serían ella. La marquita que se dibujaba en sus pómulos cuando hablaba, la línea suave de sus labios y una mirada que no necesitaba palabras. Hoy no recuerdo cuánto tiempo pasé frente al ventanal.

Cuando el sol salía

En el preludio de mi despertar vislumbré un tótem bañado de un líquido ámbar rodeado de un manso arroyo. Se floreaba como un tesoro o un trofeo casi inalcanzable, tal vez inexistente. Pero en esa fantasía había una sensación o un sentimiento muy familiar. La idea de desconocer quién ganará, pero estar seguro que yo ya perdí. Al abrirse, mis ojos se reconfortaron con la oscuridad total, esa que tanto me gusta.

A la deriva

Es una gota cruel la última de la clepsidra para aquel que no encuentra el norte en ningún lado. De nada le sirve dibujar figuras en los cielos, porque desconoce las estrellas. Solo repite un par de historias que lo ayudan a enfocarse como talismanes. El hombre en el laberinto que conoce su destino al ver la sangre de la bestia en el suelo. Un hijo ambicioso que no se conforma con ver el Sol de lejos. Un general que sabe que cruzar un río es no volver, pero que igual no puede volver. Un ciego que llora a una o dos mujeres y se refugia en la erudición y la distancia. Un desertor que dibujó su propia bandera y busca la gloria en sus pequeñas guerras personales.