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Mostrando entradas de abril, 2011

Perdidos

Una estrella nos marco el camino a seguir, pero no pudimos. O tal vez hubo en nuestras vidas dos guías distintas que en un momento se cruzaron, sólo por un momento. Y vino el abismo, las soledades, las lágrimas huérfanas, las dagas del cielo, las luces se apagaron y ya no pudimos construir ningún puente. El resto se sabe: recorrer el desierto, ayudado por algún oasis para llegar al mar. La sirena es el destino. Puede ser la historia de cualquiera.

Sobre mis musas

Hay bellezas que nos eclipsan de tal modo que nos roban hasta el aire. Lo abarcan todo de manera rápida, absorben las miradas y nos condenan a amar desaforadamente. Pero, al igual que las rosas, su vida es efímera. Hay después otro tipo de belleza, más profunda y concreta, que nos ata a un universo de confabulaciones amorosas. La esperanza es una trampa mortal y parece imposible escapar. Pero, tiene algo de crema, con esfuerzo uno se puede liberar. Por último, está la belleza de un momento. Por un instante alguien se transmuta en una quimera que nos ciega y se va. O aparece de la nada, en un lugar común, el martes por la tarde, y no la vemos más. O nos da la respuesta a esa pregunta que nos carcome el alma, que nada tiene que ver con el amor, antes de despedirse para siempre. Es cierto, tarde o temprano, las perdemos todas.  ¡Ay! Pero algunas son más difíciles de olvidar que otras…

Dificultad de dimensiones cósmicas

Debemos dejar de simplificar las cosas. En el mundo poético, siempre hay un corazón que busca y otro corazón que espera ser encontrado. Tarde o temprano se cruzarán. En el mundo, sin aditamentos, también existe un corazón que busca y otro que espera ser encontrado, pero también existen un centenar de corazones interesados que se cruzarán. En esa realidad, el amor difícilmente existirá.