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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Sobrevivientes

Tu cepillo de dientes olvidado en el baño parece una reliquia de una civilización perdida. ¿Qué pasó con los templos y las leyes de ese pueblo? La historia lentamente te perdona mientras te olvida. Ya no importan los rumores de avistamientos, ni tampoco interesan los relatos de sobrevivientes. Serán un montón de sinsabores por la noche, pero de este lado del mundo hace tiempo que está prohibida la arqueología.

Besos, labios y fantasías

Te entiendo entre las sombras, pero a la luz siento que nuestros universos están en infinitos distintos. Alguna mirada pasajera cerró el cruce de nuestros caminos, por tiempo limitado, pero con el entender cautivante de lo que se sabe perdido. ¿Imaginaré tu aroma en las noches solitarias, previas a esas batallas cotidianas que trae la vida? Tal vez sueñe con esas hipotéticas ocasiones donde nuestras bocas pierden su individualidad. Sentir el sabor de tu cuello en mis labios y el tacto de tu espalda en mis manos. Te entiendo entre las sombras, pero también espero que entiendas mi deseo de que no seamos dos.

De este lado del mundo

El camino se extiende de una punta del horizonte a la otra y parece que nunca va a terminar. Las piedras dificultan el camino y en la memoria retumban esos rumores de una anciana preguntando qué pasa de este lado del mundo. Las veces que fuimos víctimas de alguna sublevación que se transformó en una revolución. El aburrimiento que genera ya no poder sorprender, ese hastío que sofoca. Es cierto lo que dicen los demás, nos llevó la impericia a una derrota profetizada por todos. Y son esas profecías que quizá también vimos nosotros las que ahora nos hacen vacilar. ¿En qué momento nos dejamos llevar por algo más allá de la realidad? Nuestro desierto actual, puede pronosticar un largo temporal de viento y tierra. Para complejizar aún más la situación, todo llorará menos el cielo.

La canción

Una caricia y un beso en el cuello son el preludio de un pedido que paralizó mi ser. Marina miró mis ojos con esa expresión de contemplación típica de quien no entiende lo que ve y me pidió que escriba una canción para ella. El suelo fue el objetivo directo de mi reflexionar, no sabía cómo explicarle mi realidad. No podía decirle que su presencia en mi vida me prohibía expresarme. Que había superado el velo romántico de las sonrisas amistosas. Que mi mundo fantasioso se derrumbaba ante la felicidad de tenerla cerca. No iba a entender que la inspiración depende de la memoria y la tristeza, porque la felicidad es un fin sin adornos. Que tanto Olivia como Irene no eran contemporáneas de ella y por ende, no podían reaparecer ahora. La luz del día baja despacio, la clepsidra se agota, quedarán para mañana las respuestas ingratas.

Génesis

Para Berenice Hacía calor en la cocina de ese departamento de un último piso y había comido chocolate de Bélgica. Tomé aire en el balcón, porque lo necesitaba presurosamente, y me compañera se me acercó. Ella fumaba, pero en ese momento el humo no me molestaba, porque estaba acostumbrando. Puedo datar en ese preciso momento el génesis de todos mis escritos, cuentos, poemas y novelas. Me miró a los ojos, y señaló como Sócrates que ella sentiría el sabor de la cicuta en su boca. Algo se rompió. Imaginar su sacrificio movió cada una de las partículas de mi ser. A ella la perdería, como perdí tantas cosas y a tantas personas que ocuparon algún lugar en mi vida. Pero algo iba a quedar siempre, como ese sentimiento de tener todo el tiempo la espada colgando sobre la cabeza. Ser uno de los atenienses que ingresaban al laberinto sin espada ni escudo. Ícaro desplomándose desde las alturas, cayen