Autómata (III)
Duerme en el desván aquel creado para reemplazarme en la monotonía. Su necesidad desapareció cuando cayó la estrella que me obligó a pensar siempre en ella. El mundo de colores es demasiado bello como para no apreciarlo todo el tiempo. Y aunque la rosa tenga espinas, vale la pena lastimarse un poco los dedos. Aunque en la vigilia prólogo del sueño, creo oír desde la oscuridad lo que parece un lamento. ¿Me amenaza desde las sobras lo que creé para cubrirme?