Rubicón
El tenue curso de agua color rubí no detuvo al general con sus legiones la marcha al objetivo de todos los caminos. La duda y los temores, tal vez infundados, no detendrían ese primer beso de conquista. Es inútil tratar de definir la duración de la batalla, porque el tiempo es absurdo de relativo. Se puede sintetizar en descubrir una mejilla, oculta por el largo cabello, y sellar las bocas al unísono. Como aquel otro hombre, él creó un Imperio, quizá de manera involuntaria o sin saber qué seguiría. Como la historia de todo lo humano, el final llegó inexorable y hasta necesario. Schopenhauer nos susurra que nuestra voluntad decide su propio camino, pero el derrumbe de los altos castillos o el sabor del metal de Bruto, no ofrecen ese consuelo. Llegarán otros emperadores, no caben dudas, pero solo habrá un César.