Paralelismos incompletos


En frente tenía el río Rubicón,
o su equivalente actual
compuesto por los límites
de tus deseos.

No tenía legiones a mi mando,
ni enemigos mortales,
tan solo el sueño
de una conquista definitiva,
fundacional,
para construir un imperio.

La suerte estaba echada,
el juego había comenzado
y el puntapié inicial
fue un tímido saludo.

El tiempo juguetea con nosotros
en los momentos de importancia,
por eso perdemos noción
sobre su existencia.

El resto es
ampliamente conocido,
fui,
vi
y me vencieron.

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