Cambio


La tormenta arreciaba
en la oscura noche de mi vida.
Las banderas
ya no me representaban.

Todo estaba casi perdido
y las nubles ocultaban
los colores que viven en el cielo
de las personas felices.

Entonces tomaste mi mano
por asalto, desde atrás
y yo ya no necesite mirar
quién eras.

Tu tibio tacto
compensa las desigualdades
y sirve para entender
que ya nada en el mundo importa.

Los muros,
antes obstáculos infranqueables,
ahora son meras vallas
por las que saltar.

Me gusta alejarme despacio
y abrir los ojos lentamente
después de besarte
para descubrirte de a poco,
como al sol en el amanecer.

Ojalá esa visión
no desaparezca nunca.

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